sábado, 19 de julio de 2014

#DIY Pasta de Sal

Hola grumetes!

En la entrada de hoy os enseñamos un experimento que teníamos ganas de probar y que bueno, finalmente salió, pero no todo lo bien que esperábamos... lo que no quiere decir que no sigamos intentándolo, eh?

Estos son los ingredientes que vais a necesitar:
Harina
Sal normal
Agua
Un vaso de plástico para medir los ingredientes
Un recipiente para hacer la mezcla
Una cuchara
Una tabla de madera 
Una bolsa de plástico


Comenzamos!!
Añadimos 3 vasos de harina al recipiente donde vamos a mezclar todos los ingredientes.


Es el turno de la sal. Añadimos un vaso de sal normal a la harina que ya hemos echado en el recipiente.


Ahora añadimos un vaso de agua a la mezcla (Es posible que necesitéis echar un poco más de un vaso de agua, pero no echéis demasiada, si no, no os saldrá bien)


¡Toca remover!
Con una cuchara (madera, acero...) removed la mezcla bien hasta que no se pegue a las paredes del recipiente, esa es la señal para dejar de remover.




Si hacéis la cantidad de masa que os proponemos en esta receta, es probable que si dejáis que os ayuden los peques de la casa, necesiten que esta parte la hagáis los mayores, ya que es una masa bastante compacta y cuesta remover. 


A continuación, espolvoreamos un poco de harina en el recipiente y otro poco en una tabla (o en la encimera de la cocina, eso depende de lo que estéis dispuestos a limpiar después...) y empezamos a amasar. 


Esta es la parte favorita de los más pequeños y... ¡la nuestra también!


Cuando hemos amasado ya un ratito y vemos que la masa tiene buena textura, la introducimos en una bolsa de plástico, al menos durante una hora.


Pasado dicho tiempo, la retiramos de la bolsa de plástico y... ¡lista para moldearla, trocearla y recortarla!


Llegó la hora de dejar volar la imaginación y hacer un sin fin de cosas chulas.


Cuando tengáis listos los adornos hay que introducirlos en el horno (dos horas a unos 100-120 grados) para que se endurezcan lo suficiente y nos permitan trabajar en ellos.


Una vez fuera del horno (y que no quemen) ya podéis poneros a pintar ese adorno tan chulo que podéis regalar a un amigo en un día especial, a mamá, a papá, a los abuelos... o simplemente decorar rinconcitos de casa.


Como os comentábamos en el inicio de la entrada, a nosotras no nos quedó todo lo bien que nos gustaría, pero de los errores también se aprende y la verdad es que, ¿qué queréis que os diga? amasando hemos pasado un rato muy divertido!!
Esperamos que os haya gustado nuestra propuesta de hoy y que a vosotros os salga de maravilla.
Sed felices!

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