Hola, hola, caracolas!
Por fin podemos mostraros esta manualidad que nos habíamos dejado en el tintero.
Se trata de un espejo de madera antiguo que nos encontramos por la calle y decidimos recogerlo para restaurarlo y ponerlo en el hall de casa.
Lo primero que hicimos fue lijar bien toda la superficie para quitarle el barniz y poder trabajar desde cero sobre él.
Una vez lo tuvimos preparado, decidimos pintarlo de blanco, con una pintura plástica; protegiendo el espejo, claro, para no salpicarlo.
Con el espejo ya seco, decidimos darle un toque bonito con unas pasadas de betún de judea y lo esparcimos bien por toda la superficie con un trapo. ¡Ojo si hacéis algo así! poneos guantes de látex y proteged en todo momento el lugar de trabajo, si cae una gota se seca en cuestión de segundos y ¡no sale nunca jamás!
Bien, cuando seca el betún (enseguida), ya podemos darle el toque personal...
Como podéis ver, nosotras lo lijamos por encima de lo pintado para que pareciese un espejo rústico.
Ahora le llega el turno a la parte creativa de la manualidad.... Como nosotras no queríamos mantener el cuadro que traía originalmente el espejo, decidimos hacer una lámina nueva para la ocasión. Y como el sitio del espejo iba a ser el hall de casa, ¿qué mejor que una frase conocida que te recuerde nada más entrar lo bien que se está en casita?
Cuando ya la tuvimos lista no teníamos muy claro si ponerle un fondo blanco o un fondo que hiciese resaltar más la frase... probamos, pero finalmente nos decidimos por ponerle un fondo negro y... ¡Así sí!
Para terminar, tomamos las medidas oportunas y lo colocamos en el hall. Y cada día al entrar o salir de casa podemos ver lo guapos que vamos, y apreciar lo bonito que nos quedó nuestro espejo casero.
¿Nos vemos en nuestra próxima entrada?
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